miércoles, 16 de mayo de 2012

UN CUENTO DE POCAS PALABRAS
M:.M:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
Cuando era niño y mi padre salía de vacaciones, siempre se le ocurría hacer labores pendientes en casa; por aquella época lo más común era colgar ese cuadro que no se puso en su debido momento, arreglar esa cortina descolgada, arreglar la mesa con una pata dispareja, etc. Estas labores domésticas asociadas a la figura masculina requerían definitivamente de herramientas. Mi padre tenía una maleta roja de metal con todas sus herramientas dentro, casi rutinariamente empezaba la faena con la pregunta ¿Dónde está mi caja de herramientas? A lo que mi madre casi por instinto le respondía: pues donde siempre está.
Esto nos suena quizás familiar a muchos de mi generación, lo que sucedía luego de esto era que el encargado de buscar dicha maleta era yo. Luego de llevársela a las manos de mi padre, el procedía a abrir aquel cofre maravilloso lleno de martillos, desarmadores, pernos, tuercas, alicates y cuanta herramienta pudiese entrar allí. Para un niño de 8 años esos elementos no eran simples herramientas sino objetos preciosos con los cuales no solo se arreglaban algunas cosas sino que hacían volar mi imaginación. Arreglar y componer cosas se convertía en algo fascinante para mí, poder usar un serrucho en una madera y luego clavarlo era un juego realmente emocionante. El crear a partir de unos cuantos pedazos de madera cualquier cosa era una experiencia fuera de serie.
Pero hoy que recuerdo aquella escena en donde niño ponía a volar mi imaginación y yo solo era capaz de crear algo nuevo me pone un poco melancólico; hoy no somos capaces de sentarnos con lo que tenemos a la mano y poder crear algo como un invento que me facilite mi trabajo, que me facilite la vida o que al final simplemente me divierta. Nuestra imaginación ha sido desplazada por los problemas domésticos, laborales y sociales, quizás nos hemos olvidado de divertirnos, de reír, de soñar y sobretodo de imaginarnos los héroes de la película.
Esto trajo también a mi mente esa historieta de ciencia Ficción llamada “Superman” en donde un ser poderoso venido de un planeta lejano trataba de impartir Justicia combatiendo el mal. Ese ser poderoso fue enviado a la tierra por su padre en forma de un humano común y corriente, que conforme fue creciendo noto que poseía un don especial que era una Fuerza inigualable en este planeta, podía volar y con su supervista era capaz de ver mas allá de lo evidente. Pues bien, el significado real de esta historieta de Jerry Siegel nos habla de un ser que aparentemente es como cualquier otro y de un momento a otro sufre una transformación al descubrir los poderes que poseía y comienza a tener un comportamiento distinto ante la sociedad que es el de impartir justicia. En la mayoría de historietas de héroes y súper héroes esta historia se repite; siempre hay un punto de quiebre en la vida de ese ser humano que sufre una transformación debido a un hecho o accidente y empieza a descubrir que es distinto del común denominador de las personas y desde entonces usará los poderes que le han sido asignados para ayudar a la gente y liberar al mundo de fuerzas malignas. Descubre en pocas palabras que es descendiente de un ser Superior y de que su vida tiene a partir de ahí un sentido distinto, deja de ser un individuo para tomar otro camino quizás el del libre albedrio gobernado su destino para ayudar a los demás.
¿Nos parece conocida esa historia?
La transformación, transmutación o como queramos llamarle a ese cambio que sufren los héroes de una u otra manera me hizo recordar cuán importante puede ser ese momento iniciático de pasar de ser un simple individuo a una persona con el poder de darse cuenta del mundo que lo rodea, de la verdadera esencia de ser una persona dotada de algo tan poderoso como es el “conocimiento”, el cual ya lo tenemos dentro pero no lo llegamos a descubrir hasta aquel día que abrimos los ojos a una luz, aquella que nos dijo al oído “ a partir de hoy eres un ser nuevo”. Pero como es que realmente ese súper héroe llega a descubrir sus poderes? pues cuando los empieza a utilizar, cuando los emplea para hacer el bien y cuando es capaz de dominarlos para usarlos correctamente.
Cuando es que el hombre llega al conocimiento entonces? pues cuando empieza a utilizar ese poder que tiene dentro para tratar de ser justo y tolerante, para impartir amor a sus semejantes y para que ese poder sea en beneficio de todos y no de uno mismo.
Cuando abrí hace poco nuevamente el cajón de herramientas de mi padre, me di con la sorpresa de que siguen ahí esas joyas preciosas con las que un día imaginé un mundo mejor siempre siendo el protagonista de una historia con final feliz; mi imaginación empezó nuevamente a volar y a alejar esos pensamientos de negatividad a los que día a día enfrentamos al salir a la calle, al encender un televisor, al leer un diario o simplemente al cruzar la pista. Sentí asimismo mucha nostalgia de no poder clavar en aquella madera e inventar un avión o un auto que me transportaba a otra dimensión y me hacia vivir historias emocionantes. Sin embargo entre en la reflexión de que quizás hay otro pio de herramientas que si puedo usar; aquellas que un día me dijeron que debería usar adecuadamente y que cada una tiene una función especial dentro de mi.
Ahora creo que el panorama se me va nuevamente aclarando y gracias a mis recuerdos de infancia, estoy viendo a aquel niño de 8 años con su inocencia a flor de piel luchando por un mundo más justo y equitativo reflejado en mi; un hombre de 46 años aun con espíritu de niño con un par de lágrimas corriendo por mi mejilla viendo aquella maleta roja que me recuerda que tengo que seguir usándola todos los días de mi vida.
R:.L:.S:. Integración N° 149
Vall:. De Lima Or:. Del Perú.

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