A:.L:.G:.D:.G:.A:.D:.U:.
IN DEO FIDUCIA
NOSTRA
L:.I:.F:.
EL NIÑO QUE
DEJAMOS DE SER
Q:.H:.
Gerardo Bouroncle Mc Evoy
M:.M:.
Nuestra niñez
esta siempre asociada a pureza e ingenuidad; yo creo que a eso deberíamos
llamarle autenticidad, es decir somos únicos y puros, estamos llenos no solo de
vida sino que además no nos hemos aún contaminado con el mundo exterior. Y no es
malo ese mundo exterior ya que nos enseña la vida en la tierra y el
comportamiento del ser humano, el problema radica en que al vivir ese mundo al
que nos exponen nuestros padres, pues nos alejamos cada vez mas de nuestra
esencia de niños y nos alejamos de esa pureza e ingenuidad.
Según algunos
preceptos filosóficos el ser humano nace bueno y la sociedad lo transforma o lo
corrompe, lo amolda y lo condiciona a la sociedad en la que vive. En algunas
religiones como en el budismo se elijen a los lamas cuando aun son pequeños y
aun conservan su vida pasada que ha sido espiritual y que merece volver a
cultivarse, a ese niño se le aísla del mundo y se le cultiva en los templos las
virtudes del ser humano que ya nacen con uno mismo, ya que si vive en el mundo
exterior las puede olvidar o borrar.
Al nacer según
la tradición judía venimos de Dios y conforme vivimos en la tierra
pues perdemos contacto con él poco a poco, es por ello de debemos buscarlo luego
estudiando las escrituras; muchas religiones inclusive nos lo recuerdan; siempre
estar en la búsqueda de Dios; en el cristianismo se nos dice que
estamos hechos a su imagen y semejanza y por lo tanto debemos de
buscarlo en nuestro interior en su forma más pura que es la de un
niño.
Es quizás
cuando somos niños que estamos más cerca de Nuestro ser superior? En la
Biblia encontramos en Marcos
10:14; Jesucristo dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan,
porque el reino de Dios es de quienes son como ellos” quizás nos está
diciendo que debemos volver a esa esencia y pureza de niños para poder
acercarnos a nuestro ser supremo, sea cual fuere nuestra idea de
Dios.
Recordando
nuestra niñez pues nos podremos dar cuenta que quizás es muy cierto que nuestros
pensamientos están alejados del odio, del rencor, del sexo, la mentira, el
dinero, etc. porque aun no los conocemos.
Cuando somos
niños en lo único que pensamos es en ser buenos; como decía mi abuela “para
poder ir al cielo”.
De niños
queremos ser médicos, para curar a la gente
De niños
queremos ser bomberos, para salvar gente
De niños
queremos ser profesores, para enseñar a la gente
De niños
queremos ser abogados para defender a la gente
De niños
queremos ser constructores, para que mas gente tenga donde
vivir……
De niños
queremos ser tantas cosas…….., pero no para ganar dinero sino para ”ayudar y
servir a los demás”; esa vocación de servicio nace con nosotros entonces y
nuestro ideal es crear un mundo mejor y más justo; pero ¿cuando es que perdemos
la perspectiva? Cuando tomamos conciencia o cuando es que la perdemos?
Perdemos la
conciencia interna cuando tomamos conciencia de la externa, cuando empezamos a
vivir nuestra vida terrenal olvidándonos del niño puro y de ese espíritu sin
contaminar que un día tuvimos.
Todos tenemos a
un niño dentro y es quizás esta frase la que siempre nos recuerda que todavía
tenemos esa pureza metida en nuestro ser con la que nacimos, ya no jugamos a ser
médicos, bomberos o abogados; ahora trabajamos en estas profesiones pero para
ganar dinero y con el dinero vivir mejor y solo así mejorando nuestro status
social podremos recién ayudar a los demás; es decir que es el momento que ya
podemos “dar”. Pero no nos damos cuenta que quizás estamos haciendo las cosas al
revés; primero es dar; acá primero hemos buscado para nosotros y después es que
queremos dar; ¿pero en realidad estamos dando de nosotros o
simplemente lo que nos sobra?, no estamos dando de nosotros porque primero nos
estamos asegurando lo nuestro.
Ese niño que
dejamos de ser solo pensaba en “dar”; jugaba a ser doctor para curar y su pago
era una sonrisa y beso en el cachete, no esperaba nada a cambio más que las
gracias. Hoy eso dejó de ser un pago.
Un niño quiere
que el mundo sea mejor, más bello, con gente feliz, con muchos juegos y sin
preocupaciones por el mañana. La imaginación nos hace volar, irnos a otro
planeta, viajar por el mundo, inventar cosas nuevas; sin embargo, mientras más
envejecemos vamos perdiendo la esperanza, la imaginación y las posibilidades de
tener un mundo mejor; y es que como decía mi abuela”uno va perdiendo la
fe”.
Hoy me pregunto
si es que perdemos la fe, y yo creo que no la perdemos nunca, mas bien es que
“dejamos de creer” como cunado éramos niños, dejamos de creer en las personas;
cuando niños creemos en los adultos, en lo que nos dicen y queremos imitarlos;
adoptamos patrones que empiezan por nuestros padres; queremos ser tan buenos
como ellos o quizás tan malos como ellos.
Nacemos con
cosas tan buenas que no las cultivamos; que vamos olvidando y que vamos dejando
en el camino.
RR:. Y QQ:.HH:.
Nunca es tarde para buscar a ese niño que tenemos adentro; encontrémoslo, debe
estar sentado en una mesita pintando con colores en un papel en blanco un mundo
mejor, coloreándolo con tonos de esperanza y de amor; busquemos a ese niño que
sonríe de solo vernos llegar a casa; de recibir como pago a todo su trabajo
diario un beso como agradecimiento. Ese niño tiene el camino seguro a un mundo
mejor si es que lo orientamos adecuadamente; aprendamos de él o quizás mejor
regresemos a él ya que esta lleno de fe, de esperanza y amor; fe en sus ideales,
esperanza de alcanzarlos y amor a la humanidad.
Es mi Palabra
V:.M:.
Vall:. De lima 17 de
setiembre 2010 e:.v:.
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