El CUENCO TIBETANO
Hace unos días un amigo budista me regalo un cuenco tibetano y me dijo que lo haga sonar en mis momentos de meditación ya que me permitirían concéntrame más aún. Luego de este evento me quede pensando como Masón como es que meditamos nosotros o si tenemos algún momento especial en el cual lo hacemos fuera de nuestros talleres? Le pregunte a aquel amigo como es que lo hacen ellos? Su respuesta fue muy lógica: “en cualquier momento, ya que soy budista las 24 horas del día así como tú eres masón todo el día, ya que para meditar solo te hace falta estar contigo mismo; sin embargo siempre es recomendable estar a sintonía con el universo, para ello las mejores horas son antes del amanecer y antes del anochecer. Es un ejercicio en realidad pero solo para poder descansar la mente ya que la verdadera meditación la haces en cada momento en tu actuar y pensar, es decir en tu verdadero cambio”.
Estar en sintonía con el universo es estar conectado con el; y como es que me serviría este cuenco para ese fin? Se dice que los cuencos tibetanos originales fueron fabricados en el Himalaya a partir de la fusión de varios metales: oro, plata, mercurio, cobre, hierro, estaño, antimonio (los siete metales planetarios) además de níquel, zinc e incluso una pieza de meteorito. La forma en la cual los metales se combinan no se conoce, dado que fueron hechos a mano siguiendo una fórmula conocida solamente por los antiguos maestros. Tienen un tono básico con diferentes armónicos, y pueden tocarse de dos formas diferentes: podemos rozar el borde exterior de forma circular con una varilla de madera, haciendo así que el sonido y la vibración surjan lentamente; o bien, podemos golpearlos para conseguir un fuerte sonido con rapidez.
A esto se le llama el “sonido del vacío”, que es en realidad el sonido del universo manifestándose; recordé entonces la relación que existe entre estos metales y los planetas del universo:
ORO: el Sol PLATA: la luna
PLOMO: Saturno
COBRE: Venus
HIERRO: Marte
MERCURIO: Mercurio
ESTAÑO: Júpiter
Asimismo como Masón debemos tener en cuenta que en nuestra logia el universo es representado por nosotros mismos:
- El V:.M:. Representa al Sol, como el símbolo de la ciencia, de la virtud y la verdad.
- El Primer Vigilante, es el representativo del Planeta Neptuno, por ser alegórico de la purificación, de la evolución y de la inmortalidad.
- El Segundo vigilante, personifica al Plante Urano, como el símbolo de la fuerza, de la estabilidad y de la firmeza.
- Los HH:. Expertos, representan al Planeta Saturno, porque entre ambos personifican, el primero al anillo que lo rodea, y el segundo, a la Esfera que lo integra, y por eso es emblemático de la Perseverancia, de la experiencia y de la constancia.
- El H:. Orador, es representativo del Planeta Mercurio, porque es el símbolo de la elocuencia, del derecho y de la lógica.
- El H:. Secretario, personifica al Planeta Venus, porque es emblemático de la Pureza, de la belleza y del candor.
- El H:. Tesorero, representa al Planeta Júpiter, como el símbolo de la seguridad, de la confianza y del orden.
- El H:. Maestro de Ceremonias, personifica al Satélite de la Tierra, la Luna, porque es la representativa del tiempo del descanso y del reposo.
- El Hermano Guarda Templo, simboliza al Planeta Marte, con la personificación latente del honor, del poder y del mando.
Pues entonces es importante para nosotros como Masones estar siempre en relación con nuestro universo o en sintonía con él, ese macrocosmos en el que estamos sumergidos y que muchas veces no le prestamos la importancia debida; en nuestros talleres aprendemos la importancia de nuestra alegoría y que forma parte precisamente de esa maravillosa obra del G:.A:.D:.U:.
Recordemos que en los Tall:. Precisamente generamos esa energía a partir de nosotros mismos pero debemos siempre buscar los medios que nos permitan esa conexión con el universo no solo dentro del Tall:. Sino también el resto del día, no solo a partir de nuestra actitud externa sino interna.
Jorge Adoum nos dice que para alcanzar ese pensamiento puro que permita que el Masón esté en contacto permanente y sea dueño de sus pensamientos, es necesario fortalecer no solo el espíritu sino el cuerpo, ese cuerpo que debemos cuidar y que debemos alimentar adecuadamente : “Cuerpo sano en mente sana”.
Ser Mason es tener actitud de Masón, levantarse Temprano, respirar profundamente, inspirar el aire puro que ingresará a cada una de nuestras células y recibirán el alimento adecuado, tomar ese baño de luz al amanecer primero de nuestro Astro Rey representativo del bautismo del fuego y luego de el elemento purificador que es el Agua.
En nuestro mandil de aprendiz vemos reflejado la importancia de esas dos figuras geométricas: el triangulo y el cuadrado; símbolos de el espíritu y la materia, esas dos partes que tenemos y que deben guardar la perfecta armonía.
Ese cuadrado que es la materia o nuestro cuerpo que debe de ser alimentado adecuadamente y sin fanatismos.
Somos seres que debemos mantener el equilibrio interno, pero también el externo al sentarnos correctamente y caminar adecuadamente; siempre tendiendo en la mente pensamientos generadores de energía: “yo soy la presencia de la felicidad y de la alegría en cada ser”. Estamos vibrando constantemente en cada una de nuestras células que agrupadas mueven los tejidos, estos mueven los órganos y sistemas de nuestro cuerpo que a la vez hacen que estemos “vivos”.
Es ahí donde mi amigo Budista me dijo que puedo aprovechar este cuenco tibetano ya que su sonido ingresa como el oxígeno que necesito para vivir a cada una de mis células y las hace vibrar; ese sonido emite lo mismo: “vibración”. Esa energía que emitimos de adentro hacia fuera y que no solo hace sentirnos bien y tener pensamientos puros sino que hace que nuestra parte material, nuestro cuerpo permanezca sano y no enferme.
La mayoría de la enfermedades empiezan en los cuerpos sutiles, precisamente nuestros pensamientos y emociones que al ser negativos hacen que nuestra energía se vuelva densa; entonces disolvámosla no solo respirando mejor, alimentándonos adecuadamente, sino llenándonos de esos pensamientos positivos que al final es la verdadera meditación que necesitamos.
RR:. Y QQ:. HH:. Quizás ese cuenco tibetano nos pueda servir como un refrescamiento externo pero a manera de recordatorio, de que muchas veces olvidamos que somos Masones las 24 horas del día y que nuestro actuar con los demás es nuestra verdadera conexión con el macrocosmos, ese que muchas veces nos es indiferente o adverso y que reaccionamos como cualquier profano; no solo cambiemos por fuera, cambiemos por dentro ya que allí es donde se inicia todo, en nuestra verdadera Unidad: “vivir la unidad es identificarse con ella y con el Dios íntimo”.
Vibremos en cada momento de nuestras vidas, sacando lo mejor que tenemos, generando luz y no oscuridad; dando Fe y no desesperanza; dando amor y no odio; pongámonos en “verdadera sintonía” con nuestro universo y recordemos que nuestra verdadera meditación es nuestro actuar en cada momento.
R:.L:.S:. INTEGRACION No 149
Q:.H:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
Vall:. De lima 30 de octubre e:.v:.
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