miércoles, 23 de julio de 2014

Cuento: Un pequeño Campeón

UN PEQUEÑO CAMPEON
 
Autor: Gerardo Bouroncle Mc Evoy M:.M:.
Hoy por la madrugada manejando mi auto camino al aeropuerto muchas cosas vinieron a mi mente, pensamientos, recuerdos, emociones y tantas cosas en un instante, pero sobretodo alegría; estaba yendo a recoger a mi hijo Joaquín de 12 años que llegaba de EEUU luego de su primer campeonato mundial del deporte que practica que es el Taekwondo. Mirando por el espejo retrovisor las luces de los autos lo incline un poco y me di cuenta que tenía los ojos llorosos. Me estacione a un costado de la pista a tomar un poco de aire, la emoción de saber que había logrado un triunfo a su corta edad me ponía los pelos de punta del cuerpo, trate de respirar para no llegar llorando al aeropuerto y estar lo más calmado posible.


Un recuerdo gigante se me vino a la mente, y era cuando tuve 10 años;  supongo que él debe haberse sentido igual al haber ganado, tanto como yo en aquella piscina olímpica cuando me dieron mi único trofeo que gané en la vida. Recordé también como me tuve que ir a vivir a Arequipa con mi padre por su trabajo y de cómo emocionado quería seguir en esas lides del deporte…………..quería seguir nadando. Cuando llegue a aquella bella ciudad lo primero que hizo mi padre fue llevarme a aquella piscina en el distrito de Tingo y muy orgulloso él apostó con unos amigos que mi estilo libre en natación era único e imbatible. El coronel como así le digo (ahora ya retirado de sus armas), era un pavo real a la hora de hablar de sus hijos y ese día especial yo era el motivo de sus palabras llenas de lisonja.


Recuerdo que me puse al pie de aquella piscina celeste, limpia y casi cristalina, iluminada por aquel bello sol de Arequipa y al costado mío había tres chicos mucho más grandes que yo; sin embargo, eso no me amilanaba, estaba casi acostumbrado a la competencia diaria en el Club de Lima.


Al conteo y escuchar la palabra mágica “Listos” me arroje con una fuerza increíble y me sumergí en aquellas aguas casi inmóviles por la ausencia de personas en la piscina. Mi mente simplemente me decía: nada tan rápido como puedas…………….. Pero de pronto, empecé a sentir como mi cuerpo se empezaba a contagiar de un frio terrible haciéndome casi perder el control pero por un momento solo me quede en blanco y braceé todo lo que pude hasta llegar al otro extremo de la piscina;  cuando toque el borde casi como un guerrero ninja salte hacia el exterior, tenía los oídos tapados y mi cuerpo temblaba tanto que mis dientes rechinaban en mi cerebro y no entendía nada. Al volver a ver la piscina vía a aquellos muchachos que no llegaban ni a la mitad de la meta, de pronto el Coronel se me acerco y como siempre dijo: Ese es mi hijo!!!


Generalmente cuando escuchaba aquella frase lo abrazaba y lo besaba a rabiar……………..ese día lo único que quería era darle un puntapié y salir corriendo de ahí…… luego de unos segundos rompí en llanto y le dije:


-      El agua estaba congelada!!!


Me miro sorprendido y me dijo:


-      Y que esperabas, estamos en Arequipa, acá el agua es fría.


Luego de cambiarme y calmarme un poco me senté en la parte trasera del Chevrolet del 59 del Coronel, muy molesto con el ceño fruncido como decía mi abuela y permanecí casi mudo durante el trayecto a casa.


Al llegar, mi madre me recibió con una gran sonrisa y al ver mi expresión me dijo:


-      Ocurrió algo malo.


Le di un beso en la mejilla y entre corriendo a encerrarme en mi cuarto por el reto del día.


Hoy recuerdo aquel día con mucha nostalgia ya que fue la primera y última vez que me metí en aquella piscina casi congelada en los siguientes tres años. Había estado acostumbrado en Lima a nadar de día y de noche en una piscina temperada y nunca tener problemas con el agua que era como mi segundo hogar. Recuero que al llegar a lima a los 14 años corrí a ver a mis amigos con los que entrenaba pero ya no era lo mismo, había perdido tanto tiempo y casi ya no podía ni siquiera competir con ellos. Esa fue mi corta carrera deportiva.


Al volver en mi, me seguía mirando al espejo retrovisor, y volví a derramar más lágrimas, no solo ese recuerdo entre agradable y amargo que me tocó vivir marco mucho de mi paso de niño a adolecente, me empezaron a gustar otras cosas y el deporte lo abandone.


Ya en la sala de espera del Aeropuerto vi llegar a mi hijo con sus medallas y trofeos y corri a abrazarlo tan fuerte como pude y estalle en llanto. Supongo que haberme preparado para no llorar fue una tontería, las emociones salen y es muy difícil controlarlas sobretodo cuando uno está feliz.


Ya camino a casa y sin parar de preguntar esto y aquello, veía como brillaban los ojos de felicidad de Jaoquin, no solo por haber cumplido un buen papel en el campeonato sino porque estaba haciendo lo que le gustaba y se sentía como yo metido en esa piscina a los 10 años.


Recostado sobre mi almohada mi esposa me pregunto:


¿sigues llorando?


Si, respondí – como no estar contento con esto, significa mucho para toda la familia pero sobretodo es el resultado de un esfuerzo muy grande durante tantos meses de mi hijo.


Ya por la tarde fuimos a celebrar a un restaurant con toda la Familia; mi padre “el coronel”, se puso de pie y dio el brindis de honor, había preparado un pequeño discurso de lo más emotivo que termino en:


“………. Al final del camino siempre habrá una puerta que te abre un nuevo camino, es por ello que la meta final la pondrás tú, pero todos estaremos a tu lado para aplaudirte en cada logro, porque una familia esta para eso……. para estar unida y son estas cosas las que la hacen fuerte cuando hay una alegría de por medio y siempre debemos buscar motivos para alegarnos y disfrutar, porque la vida es un gozo eterno………………….pasarla bien y divertirnos, y si esas cosas no nos faltan siempre seguiremos juntos”.


Luego me miro y me dijo:


¿A propósito cuando vuelves a nadar? Siempre he dicho que tienes el mejor estilo libre del mundo.

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