miércoles, 31 de octubre de 2012

Cuento: la pérdida de un hijo

LA PÉRDIDA DE UN HIJO
M:.M:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
Uno de los recuerdos más bellos de mi infancia siempre fueron los viajes por carretera en nuestro Chevrolet del ‘69, de color azul intenso, con sus alerones atrás y esos faros gigantescos que me hacían pensar a mis 10 años de edad que me transportaba en una nave espacial; la velocidad por aquella época ni siquiera se tomaba en cuenta, creo que Papá iba como a 120 km por hora. Y a pesar de lo amplio y cómodo de aquel bólido, siempre íbamos apretados, mis tres hermanos, la abuela y mi viejo pastor alemán. Las travesías en aquella gigantesca Nave motorizada hacia volar mi imaginación cuando apreciaba el paisaje por la ventana: los cerros, los arboles y el campo verde como una alfombra recién sacada de la fabrica.
Las paradas obligadas cuando viajábamos al Sur eran siempre en Ica a almorzar, la llegada a Camaná por la noche donde había que cenar y aquel hotel de turistas en donde pernoctábamos. Había un cine viejo y de fachada de madera en aquel lugar, con películas llamadas para Adultos en aquella época del gordo Porcel, que eran el deleite de mi padre; salía muerto de carcajadas con mi madre, mientras nosotros esperábamos en el hotel bajo la vigilancia de mi abuela a quien no se escapaba ni un solo detalle. Era la primera vez que la abuela nos acompañaba a Arequipa su tierra natal.
Un día le pregunte a la abuela del porque abandono Arequipa y se fue a lima. Sonriendo me dijo que el motivo principal que la tenia viviendo allí ya no estaba. Ese motivo era mi abuelo que murió a los 54 años, aun con una vida por delante, presa del Cáncer al pulmón pasó los últimos días de su vida pegado con un tubo de oxigeno y pidiéndole perdón a mi abuela por haber fumado tanto.
“Sé que aun hay dos chicos en casa” -le dijo el abuelo; pero los más grandes ya están listos para enfrentar la vida.
Por aquella época la abuela tenía al tío Jorge de 6 años y a mi tío Alfredo de 12. Casi un año después de la muerte del abuelo Jorge murió de una fuerte neumonía. La abuela aterrada cogió sus maletas, lo que pudo y se fue de su bella Arequipa, dejando lo único que la ataba allí que eran 2 ataúdes con la mitad de su vida. Nunca volvió.
Yo siempre le decía que debería volver, se negó siempre hasta este viaje en que a regañadientes y bajo la presión de mi padre subió al auto con nosotros y después de muchas horas de viaje volvió a ver aquel hermoso volcán con su cúpula de nieve imponente y majestuoso como dicen los lugareños. La abuela al entrar a la ciudad empezó a llorar con un sentimiento de culpa como si ella misma le hubiese quitado la vida a aquellos seres tan amados.
No llores - le dije; yo estaré contigo en todo momento. Me miró muy tiernamente me acaricio la cabeza con sus pequeñas manos temblorosas y acercándose de apoco llego a mi oído diciendo: nunca me abandones, espera siempre que yo me vaya y no tú. Además no es buena educación dejar a una persona mayor sola.
En aquel momento no entendí para nada el significado de las palabras de la abuela, sin embargo la abrace muy fuerte y le dije que nunca la abandonaría, que siempre estaría a su lado.
Y creo que con el tiempo cumplí mi promesa de a poco; pasaba largas horas sentado frente a aquella señora que con una catarata galopante en sus ojos no paraba de frotárselos para alcanzar a ver algo. Por las tardes tenía que leerle las noticias en el diario, esto empezó a generar en mi el habito de la lectura, leía noticias internacionales y de apoco también conocí el mundo sin querer, los países, los presidentes, la ONU, en fin tantas cosas que a los niños de mi edad les importaba muy poco.
Con el correr del tiempo entre a la facultad de Medicina y ya no solo no tenía tiempo para mí sino que las visitas a la abuela se hicieron muy espaciadas. El deterioro en su salud la llevaron a postrarla en una cama clínica instalada en su habitación, el inmobiliario paso a convertirse en un pequeño hospital, lleno de enfermeras, sueros colgantes, sondas y ese olor a desinfectante que solo percibía en mis practicas del hospital.
Mi abuela vivía casi fuera de su realidad, un día me senté con ella al borde de su cama; me miro con la mirada perdida pero con un afán de encontrar en mi rostro algo familiar, como perdida en el tumulto de la gente tratando de ubicar un rostro conocido para sentirse protegida, las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas ojerosas por el paso agotador de los años……………..soy yo abuela!! Le dije.
Empezó a sonreír: no me abandonaste - me dijo.
Claro que no, te lo prometí un día y aquí estoy. Me respondió: Bueno entonces es hora de que yo me vaya, eres un niño educado, aprendiste mucho; ahora si estoy contenta contigo Jorge, ya te perdone por que aquella vez te fuiste antes que yo.
Mis lagrimas no pararon frente a aquella señora, su vida se estaba yendo de a poco; fue entonces que entendí el dolor tan grande que pudo haber sentido con la partida del tío Jorge a sus 6 años de edad, el dolor que la llevo el resto de su vida por tamaña pérdida y el sentimiento de vacio al perder un hijo, comprendí recién porque se tuvo que ir y abandonar todo lo que tenia y empezar de nuevo.
Por la tarde me senté frente al televisor y mis dos hijos se sentaron frente a mi; los abrace muy fuerte y les dije: “recuerden siempre que la vida es un proceso de aprendizaje, hoy estoy aprendiendo con ustedes a ser papá y ustedes a ser hijos, estamos todos aprendiendo a vivir en armonía, si uno faltase esa armonía se quebraría; mi aprendizaje de padre terminara el día que yo me vaya; es por eso que los cuido tanto porque en el camino yo estoy delante de ustedes y nunca me pasen por mas sabiduría que alcancen, yo estaré delante de ustedes, pero no por saber más sino para aligerarles ese camino.
Mi abuela me enseño a comprender algo del dolor de una Madre al perder un hijo. Hoy sentado en mi puesto en Logia recordé eso Mismo; el dolor que podemos sentir cuando un Hermano se va, el dolor de mi Madre Logia al ver partir un hijo………………………………………..sobretodo: sin despedirse.

jueves, 18 de octubre de 2012

Cuento: El pan con mantequilla de mi abuela

EL PAN CON MANTEQUILLA DE MI ABUELA
M:.M:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
Los aromas y olores son algo que al ser humano lo han cautivado desde siempre, no solo nos enseñan a diferenciar los elementos de la naturaleza, nos enseñan también a identificar y a conocer gracias a la nariz nuestros alimentos e inclusive a las personas. El olor es algo que activa muchos centros neuronales en nuestro cerebro, uno de ellos que definitivamente se pone de manifiesto cuando podemos percibir un aroma es el del recuerdo y la remembranza; el olor es capaz de transportarnos a miles de kilómetros a una ciudad, como también a muchos años atrás en nuestras vidas hasta nuestra propia niñez.
Al oler ese pan por las tardes en la panadería de la esquina barranquita donde viví, mis años de infancia traen a mi mente instantáneamente a mi abuela sentada en la mesa del comedor preparándome ese manjar exquisito que en aquella época era esperado todas las tardes por mi y que hoy en día no pasa de ser un simple pan con mantequilla.
Mi abuela tenía el ritual de sentarse en la mesa partirlo con delicadeza y escuchar suavemente como ese crujido del pan hacía brillar mis ojos. Untar esa mantequilla casera que ella misma se encargaba de preparar juntando todas las natas de la leche de vaca que cada tarde el lechero llevaba en aquellas botellas de vidrio que dejaba en la puerta de mi casa.
Cuantos recuerdos se vienen a mi mente avivados solo por un insipiente aroma de pan; cuantos sentimientos se despiertan en mí al tratar de aclarar mis pensamientos y ubicarme nuevamente en aquella silla de madera del comedor de la abuela. Recordar dicen que es volver a vivir; yo creo que recordar es no dejar de vivir, es alimentar nuestra mente no solo con aquel sencillo pan con mantequilla, sino refrescar nuestra mente con los colores de aquel escenario, volver a ver los ojos de la abuela…………. cansados, con arrugas en los costados por haber parpadeado durante tantos años, abriéndose y cerrándose, aceptando y negando situaciones de la vida cotidiana, aprendiendo de ellos y quedando marcados en aquellas patas de gallo como condecoraciones de guerra por haber sobrevivido al tiempo.
Sentado en aquella silla vuelven las palabras de aquella señora sabia, que con los años fue perdiendo la memoria pero que seguía con su ritual del pan con mantequilla, porque sabía en su interior que alguien necesitaba alimentarse de ella, de sus manos, de su sabiduría y de su amor. Las historias que ahí me contaba parecían salidas del mejor libro de relatos digno ganador de un premio nobel; historias del abuelo, de mi padre cuando era niño, de la vida y la sociedad de su época, de las esperanzas y sentimientos de una chica adolecente de los años treinta. Como no recordar por lo menos una enseñanza suya en cada untada de mantequilla en aquel pan que era enriquecido por los constantes comentarios de una familia que enfrentaba la vida de una manera distinta, solo con lo que tenían a la mano, con la tecnología de un teléfono a cuerda y con una operadora del otro lado; con un automóvil solo utilizado los fines de semana porque el resto de días el abuelo iba a caballo a trabajar.
Cuánto hemos avanzado y cuanto no hemos aprendido, hoy llegamos a Marte, pero no somos capaces de llegar a la otra esquina sin un teléfono en el bolsillo; cuantas veces escuche la misma historia de la abuela contando que mi abuelo se sacó una muela con un viejo alicate y una botella de pisco; en aquel entonces me parecía una historia de terror, hoy que la recuerdo me parece la historia más tierna del mundo porque puedo comprender algo, de cómo era el temperamento y carácter de aquel señor que solo conocí los primeros años de mi vida y del que tengo un vago recuerdo; solo lo imagino sentado en aquel tronco en el patio trasero de la casa bebiéndose esa botella de licor y sacándose la muela. Qué acto tan heroico y a la vez tan absurdo.
Hoy por la tarde me senté a la mesa con un pan crujiente entre mis manos, quizás no tanto como el de mi abuela, pero en cada sonido escucho su voz; entrecortada y temblorosa los últimos años de su vida, preguntándome una vez más como me llamo y quién soy? Para luego darme ese pan con mantequilla con sus manos envejecidas por el trabajo y manchadas por el sol que cada mañana iluminaba su mente y ensombrecía su cuerpo.
Era entonces Un niño de diez años que no entendía esa enfermedad que le iba borrando la mente de a poco y esos bellos recuerdos que se le esfumaban trataba incansablemente de contármelos como si quisiese aferrarse a ellos, repitiéndolos para poder preservarlos en el tiempo y no se olviden ya que son el legado más grande de mi familia……………………..sus recuerdos y mis recuerdos.
¡Feliz cumpleaños abuela!.......hoy 100 años después de tu nacimiento, no puedo dejar de tenerte presente, recordando cada historia y anécdota que me contaste y que enriquecieron y alimentaron mi espíritu y mi vida, cada una de ellas han marcado el rumbo en mi accionar; el legado que uno tiene muchas veces no es leído de manera adecuada, pero cuando abrimos aquel libro de recuerdos, pues esa historia es nuestra, está en nuestros antepasados pegada en nuestros genes porque somos lo que ellos forjaron, somos la herencia viva de nuestros padres, somos la sucesión de la vida. Uno siempre está en el lugar indicado y en el momento indicado, a mi me toco estar con aquella señora de cabellera blanca y amarrada con una vieja liga en su pequeña cabeza, con manos temblorosas y al final de su vida casi temerosas de cortar un simple pan para no hacerse daño; pero siempre con una historia que mantuvo vivo mis ganas de luchar, porque ella llego ahí también en el momento indicado para poder enseñarme lo que es ser una persona Buena.

martes, 16 de octubre de 2012

El Masón que no conoces


EL MASÓN QUE NO CONOCES
M:.M:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
Hermano Aprendiz, desde vuestra columna vais a apreciar casi a todos lo HH:. de tu logia, mas habrá uno que todavía no lo vais a ver, ese Hermano ira apareciendo cual espectro fantasmal hasta cobrar materialidad. Pero siempre deberás estar alerta y muy atento ya que en cualquier momento aparecerá, es por ello que se te encomienda una tarea ardua que es obedecer y callar; dentro de poco y con mucho trabajo podrás ver realmente al Masón que no conoces.
En cada tenida notarás siempre que hay un lugar vacio, ahí estará el Hermano del que te hablo, aparecerán primero sus piernas, que te harán recordar que a la entrada de la Logia hay dos columnas, serán el soporte de aquel Masón que no conoces.
Conforme pase el tiempo el tronco de aquel hermano se materializará, notaras también que es el lugar en donde se coloca el mandil, el trabajo tuyo es seguir observando, a pesar de que algunos hermanos distraigan tu mente, seguirás abriendo cada vez mas tus ojos a aquella aparición; nunca lo pierdas de vista, quizás escuches algunos comentarios que hagan que atención se pierda en otro punto de la logia; mas te recomiendo que regreses siempre a ese asiento en donde está sentado ese Masón que no conoces.
Algunos hermanos tratarán de hacer reflejar sus medallas en el pecho para que tu vista se distraiga y pierdas la claridad de lo que debes realmente tienes que ver; pues no dejes que ese brillo te haga parpadear, es un brillo realmente indirecto, la verdadera luz debe ir directo a tus ojos y no debe ser reflejada en ningún objeto que lo lleve a tu vista, porque podrías perder la visibilidad y perder de vista a ese Masón que no conoces.
Si tu trabajo es intenso y esmerado iras notando que ese cuerpo del Hermano se completará de a poco, aparecerán sus brazos y manos, verás en cada uno de ellos herramientas a trabajar, te enseñará que cada una cumple una función y que necesitas de las dos manos para complementarlas, las primeras que le notarás son un cincel en una mano y un mazo en el otro; luego y sucesivamente aparecerán en sus manos el resto de herramientas que complementarán su trabajo, ese es el momento en que la figura del hermano está casi completándose y aparecerá como por arte de Magia el Masón que no conoces.
Sin embargo, el rostro todavía se hace difuso, necesitas afinar mucho la vista, primero porque en ese momento un Hermano hará mucha bulla y dirá cosas que despertarán tu ira, tu enojo y tu tolerancia se irá al suelo, mas no desmayes porque es una prueba más como las de tu iniciación, ese hermano tiene un fin muy grande va a hacer que te pongas de pie abras tu boca y descubras al Mason que no conoces…………….
Ya sabes quién es?.....................¡si,…………eres tú!, eres ese Masón que ante la crítica, la ofensa, las malas actitudes y la arrogancia no se ha dejado vencer, has aprendido que el Verdadero Masón lo vas a trabajar tu, día a día, golpe a agolpe con ese cincel y ese martillo; que sirven estas herramientas para golpear tus imperfecciones y no las del otro hermano ya que él utilizó esas herramientas no para pulir sus impurezas sino para tratar de salpicarlas hacia ti.
Ese Masón que no conoces ya te lo puedo presentar y eres tú, has logrado sacar lo mejor de ti, entonces a partir de hoy ese lugar que estuvo vacio y que fue siendo ocupado por un hermano que aparecía de a pocos cual fantasma, ya cobro vida.
Hoy querido Hermano quizás cambies de columna y notarás otro sitio vacio, te preguntaras Ahí también hay un Mason que no conozco?
Pues te diré, ese sitio ahora tiene un espejo y es tu reflejo, es lo que has logrado hasta el día de hoy, quizás se convierta en tu enemigo porque lo que reflejes allí puede ser visto por los demás. Pero es tu reflejo y no el de otro hermano; cada uno tiene un espejo allí en frente…………………………………¿Que quieres reflejar?
Este es el momento en que si tu imagen y tu trabajo han sido contantes, empezaras a emitir una buena imagen primero para ti y luego al resto; pero si trabajas un poco más empezaras a ver el reflejo de los demás hermanos:
- El del que habla sin sentido.
- El que ostenta las medallas que tiene en su pecho.
- El que quiere que todos lo alaben.
- El que necesita un aplauso.
- El que nunca asiste.
- El que nunca presenta un trabajo y critica el tuyo.
- y el que aún se sienta muy cómodo por ahí………………………….El que no sabe pedir Perdón por su mala actitud.
Pero aun falta algo; ese espejo si lo giras un poco no te reflejará a ti, sino a ese hermano que tú no quieres ser; Hoy en nuestra tenida siéntate derecho y firme, levanta tu mirada y trabaja como él Masón que acabas de descubrir que eres, mira tú espejo y sonríe porque tu imagen será reflejada al Universo.
Octubre del 2012 e:.v:.
R:.L:.S:. Integración N° 149
Vall:. de Lima Or:. del Perú

lunes, 15 de octubre de 2012

El corazón no miente


EL CORAZON NO MIENTE
M:.M:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
Mi Abuela siempre me decía que el corazón no miente; no solo cada vez que ocurría algo podía adivinar lo que sucedería sino que su corazón estaba preparado para el momento en que llegaba ese momento y era la gota que derramaba el vaso. Sus analogías siempre me parecieron divertidas; cuando fui mayor y estudiaba medicina le pregunté ¿qué significaba lo del vaso? - Me explicó lo siguiente:
Como bien sabes tu corazón tiene cuatro cavidades, dos aurículas y dos ventrículos, a uno le llamamos el corazón derecho y al otro el izquierdo; la sangre llega al corazón derecho y sale velozmente al los pulmones a oxigenarse, luego regresa al izquierdo y se va a todo tu cuerpo a llenarlo de oxigeno, es decir a darle vida; luego regresara al mismo circuito.
Eso lo sé mejor que tu - fue mi respuesta; estudio fisiología humana casi todo el día. Sin embargo, me dijo: tú solo estas pensando en eso y no en el significado real. Te diré que el corazón recibe todas tus emociones y las guarda; alegrías, penas, tristezas, encantos y desencantos, tienes dos cavidades y en cada una hay cosas positivas y cosas negativas respectivamente. Luego que está cargada de ello espera el momento indicado para poder llevar esas emociones al exterior. Una pena o una alegría es la gota que va a derramar ese corazón.
Sigo sin entenderte - le respondí.
Te acuerdas me dijo cuando falleció tu tío? Lloraste sin control. Recuerdas cuando ingresaste a la universidad? pues también lloraste sin control. Tu corazón es una vasija que se llena de emociones y basta una para que se derrame, esa es a gota que falta para precisamente derramarlas, eso también significa que a lo largo de tu vida estas aprendiendo y estas llenándote de Sentimientos y experiencias tanto buenas como no tan buenas; te has dado cuenta que hay gente que no llora?
Me quede pensando y le respondí: esas personas pues no tienen emociones? - Sonriendo me dijo: si, pues son de esas que tienen seco el corazón y lo que les suceda nunca podrán manifestarlo como solo el ser humano sabe hacerlo: Llorar. Esas personas generalmente gritan. Su vasija no está lo suficientemente llena y se queda en la boca; los que lloramos con esa gota es que estamos llenos hasta el tope que son los ojos. Si en tu vida aprecias lo que tienes iras cargando ese corazón y bastará una gota o una emoción grande para que puedas derramarlo hacia afuera. Pero si te das cuenta todo ello entro por tus ojos. Si es que tus ojos están cerrados pues muy pocas cosas entrarán y tu corazón no tendrá nada dentro. Hay personas ciegas de la vida, que miran pero no ven.
Traigo este recuerdo de mi abuela a mi mente ya que el Domingo último estuve con mi hijo de 10 años en el Campeonato Panamericano de Taekwondo en Santiago de Chile; luego de una larga Jornada y de ver a mi hijo compitiendo y dando lo mejor de sí comencé a experimentar lo que mi abuela me dijo, sentía en mi pecho algo que se estaba llenando, cuando acabó el torneo y vi a mi hijo que era premiado con una medalla de Oro simplemente no pude contener el llanto y me eche a llorar.
Mi esposa se quedo mirándome y rompió en llanto también, me dijo: ¡por tu culpa me he puesto a llorar, me contagiaste el llanto!
Mi hijo se acercó corriendo luego de la Premiación y nos encontró a los dos cual niños con los ojos completamente rojos y llenos de lagrimas sentados en aquella tribuna con mil personas a nuestro alrededor: Porque lloran……..si he Ganado!!!!
Lo abrace muy fuerte y luego de mirarlo a la cara le dije: Lloro porque has hecho que mi vasija de emociones se derrame, lloro de alegría y de felicidad. Me quedé mudo y me di cuenta que lo que dijo mi abuela tenía sentido, las lagrimas no nos dejan hablar, cierran nuestra boca para que nuestros ojos simplemente se expresen adecuadamente.
Ya por la noche, me senté al borde de la cama de mi hijo y empecé a contarle la historia de la abuela: "No es malo llorar, se llora hasta de risa si te das cuenta, las lagrimas no solo cumplen una función en los ojos, somos los únicos seres en el planeta que podemos expresar nuestras emociones con llanto. Cuando somos niños si te das cuenta lloramos mucho y es que ahí estamos llenos de emociones, nacemos llenos de amor, el llanto es el único medio que tenemos para decir que tienes hambre, sueño, dolor, etc. es nuestra manifestación más grande antes de la palabra, lamentablemente el ser humano poco a poco se va olvidando de eso; nos obligan a no llorar porque no es bueno. Indirectamente nos dicen que expresar nuestros sentimientos es malo y empezamos a generar la desconfianza en los demás e inclusive hasta en nosotros mismos".
Joaquín me miró a los ojos y echo a llorar: Gracias papá por haber confiado en mí porque este día no lo olvidaré nunca y porque sé que llorar……….. si es bueno!!
Mi hijo Marcelo de tres años irrumpió en la habitación quedó mirando mis ojos rojos y le dijo a Joaquín: ¿se puede saber qué le has hecho a mi papá que está llorando?