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IN DEO FIDUCIA NOSTRA
R:.L:.S:. "Progreso Universal N° 16" - R:.E:.A:.A:.
DIOGENES EL PERRO
Diógenes nace aproximadamente en el año 412 A.C. en Sinope una antigua ciudad del hoy Turquía, era hijo de Hicesias un banquero muy reconocido en aquel pueblo; no hay muchos datos de su infancia y juventud; pero la leyenda cuenta que todo comenzó cuando Diógenes a la edad de 15 años viajo al Oráculo de Delfos a preguntar: ¿Que es necesario para conseguir la gloria? El oráculo le responde: “Cambiar la moneda en curso.”
Diógenes joven aún sabia que el oráculo era un enigma ambiguo; reflexionó sobre la respuesta y se dijo; ¿que habrá querido decir; Si es literal debo cambiar la moneda; o quizás sería necesario acabar con las antiguas leyes y proponer otras o incluso transformar las costumbres?
Ante la duda Diógenes decidió hacer las tres cosas. Luego de esa duda de Diógenes frente al Oráculo regresó a su tierra y empezó a falsificar la moneda; al ser descubierto esto, Hicesias, Padre de Diógenes pasó el resto de su vida confinado en prisión hasta su muerte y Diógenes fue condenado al destierro.
Y he aquí, la primera de las frases que exclama Diógenes al salir de Sinope entre gritos e insultos que perdurara en el tiempo y que demostrará más adelante quien fue realmente: “Vosotros no me condenáis al destierro, soy yo quien os condeno a vosotros a quedaros aquí” y así se fue.
Durante un tiempo viajo hasta llegar a Atenas donde oye hablar de Antístenes quien era un hombre especial, antiguo discípulo de Sócrates y uno de los que estuvo en los momentos de su muerte acompañándolo hasta el último y hablando de la inmortalidad del alma y del verdadero conocimiento.
Antístenes había formado una nueva escuela en un gimnasio llamado los kinosargo (perro veloz) de aquí que a los seguidores de esa escuela se les llame los kinicos o perrunos, pero también se los llama así por los postulados y afirmaciones que se les enseñaba. Afirman que es necesario vivir conforme a la naturaleza y abandonar las formas y convenciones sociales ya que los principios que llevan a la felicidad están dentro de nosotros mismos, para ello hay que apartarse de las riquezas y abandonar cualquier tipo de preocupación material; es necesario prescindir del las necesidades y vivir ajenos a los placeres.
Al oír esto Diógenes se da cuenta que eso es lo que él quiere y que va de acuerdo con lo que desea para su vida; por lo poco que ha vivido se ha dado cuenta que la vida es difícil y que provoca a menudo sufrimiento en nosotros y el quiere para si estas enseñanzas.
Va a donde Antístenes y le expone el deseo de estar ahí; Antístenes muy desconfiado por no conocerlo no lo acepta; además de haber oído del antecedente de la falsificación de monedas en su pueblo; Diógenes le insiste una y otra vez, y ante la insistencia se enfada levanta su bastón y amenaza a Diógenes, este se arrodilla agacha su cabeza y dice:
“Descarga sobre mi maestro ese bastón porque no habrá madera lo suficientemente dura que me aparte de ti con tal que tengas algo que enseñarme; decide tu si te conviertes en mi Maestro o mi Verdugo”
Ante esta respuesta Antístenes queda atónito y ve en aquella respuesta algo especial y es así como lo toma de discípulo. Desde entonces va a seguir fiel a todos los principios de la escuela de Antístenes empezando por adoptar su vestimenta, un manto y un zurrón en donde carga un cuenco y una escudilla para beber y comer lo estrictamente necesario, se va a desprender de todo lo superfluo, regala todos sus bienes y deja libre a su esclavo que lo acompaño desde Sinope.
Al poco tiempo le fallan las fuerzas ya que su alimentación es muy precaria y es por ello que agarra un báculo o bastón como soporte o apoyo ya que le faltan las fuerzas. Al poco tiempo Diógenes abandona a su Maestro ya que cree que sus posturas no son lo suficientemente radicales y cree que es mejor vivir de acuerdo a su pensamiento; piensa que no necesita ni casa ni nada para vivir, ha encontrado un tonel o barril y se acomoda y allí duerme por la noche. Durante el día camina descalzo, en el verano se revuelca en la arena caliente y en el invierno abraza las estatuas llenas de nieve, quiere acostumbrarse al sufrimiento y lo que la naturaleza nos da para vivir; quiere alejarse de todos los placeres, quiere acostumbrase a prescindir de cualquier tipo de necesidad diciendo que es el único camino para alcanzar la felicidad, la tranquilidad del espíritu y de la conciencia.
Pronto empieza a transgredir las normas de conducta y su comportamiento empieza a escandalizar a los atenienses como tener relaciones sexuales en público, a masturbarse y hacer sus necesidades delante de todos; por ello empiezan a llamarle Diógenes el perro, por su comportamiento transgresor y falta de vergüenza en su actitud hacia los demás; pero a la vez empieza de apoco a ganar admiración de algunos por su forma de enfrentar la vida, por ese desapego al dinero y los lujos.
Cierta tarde Diógenes está caminando frente a una casa en donde hay un Banquete donde se encontraba Platón; no quiere dejar pasar esta ocasión de conocer al Sabio y de darse a notar ya que el ansia de la Gloria todavía vivía en él, entra en el salón donde Platón se encontraba comiendo solo aceitunas. Diógenes lo queda mirando y dice:
“Oh sabio Platón me sorprende que hayas ido a Sicilia a codearte con Tiranos como Dionisio a comer en grandes mesas y banquetes y ahora solo comes aceitunas teniendo tan fabuloso banquete.”
Platón muy tranquilo le respondió: “Pues allá también comí aceitunas.”
Diógenes vuelve a preguntar:
“Pues no entiendo sabio Platón para que os fuisteis entonces a Sicilia a comer aceitunas si aquí las hay mejores.”
Un silencio se hizo dueño del lugar ya que nadie se atrevía a hablarle así al Sabio Ateniense, nadie se burlaría de él y mucho menos lo cuestionaría. Sin embargo; Platón sabe que está frente a alguien especial, alguien que quiere ser un verdadero filosofo y para ello solo necesita desafiar al más grande; lo mira muy calmado y le dice: “Ve en paz con los Dioses, amigo Diógenes.”
Pocos días después, vuelven a encontrarse, Diógenes está sentado en la calle comiendo unos higos secos que consiguió por allí, quizás robados; Una de las teorías de Platón que circulaba en aquella época era que “Las cosas del mundo sensible imitan y participan de las ideas del mundo inteligible”; entonces Diógenes le dice a Platón: venid y podéis participar de mis higos”
Platón supone que Diógenes quiere hacer las paces con él y se sienta, agarra un higo y empieza a comerlo. Diógenes muy serio le dice: “Te dije que podías participar de ellos pero no comerlos”. Platón se levanta y moviendo la cabeza se da cuenta que esta ante alguien especial que si bien le tiene respeto y admiración, es un hombre imprevisible, tiene la magia de los Sofistas que eran capaces de desconcertar a los demás con sus respuestas.
Es así como poco a poco por las calles de Atenas gana protagonismo Diógenes haciéndose cada vez mas importante; cierta mañana se levanta con muchas ganas de hablar, llega al foro y apila dos cajas de madera y se sube y empieza con un discurso, pero nadie le hace caso, y nadie le presta atención; muy molesto Diógenes se pone a cantar y a silbar muy ruidosamente hasta que por fin algunos curiosos empiezan a rodearlo hasta que se acumula un buen numero de atenienses; en ese momento Diógenes levanta la voz y les increpa: “Cuando estoy hablando algo importante nadie oye, mas cuando canto y silbo acudís inmediatamente; bien esta dicho que a los charlatanes y embaucadores les hacéis caso, mas cuando se os acercan los que en verdad os quieren enseñaros algo llegáis tardos y negligentes…. “y es el momento que Diógenes muy molesto empieza increpándole a todos:
“A vosotros los Dramáticos estáis preocupados por los problemas de Ulises, pero no miran los propios…….. Los hombres se pelean en los Juegos Olímpicos y les enseñan a pelear pero no les enseñan nada de virtudes y la bondad, sobre ser honestos y buenos que es lo que realmente importa…….A vosotros Matemáticos solo ven el sol y la luna y no veis nunca las cosa que ven en los pies (esto lo dijo por Tales de Mileto que por ir mirando al cielo cayó en un pozo) …….. a vosotros Oradores porque dicen justamente lo contrario a lo que hacen……. Y vosotros los avaros que hablan mal del dinero sin embargo lo admiran por encima de cualquier otra cosa……. Y yo, Atenienses no entiendo porque hacéis Sacrificios a los Dioses para que os den Salud cuando hacéis banquetes con exceso de comida y bebida para ello, ambas acciones perniciosas para esa Salud que pedís a los Dioses….”
Los atenienses se quedan callados y Diógenes se baja de las cajas y se marcha; conforme pasan los días su fama aumenta; un hombre rico hace un banquete y por curiosidad invita a Diógenes a participar de dicha reunión más por la curiosidad de sus ocurrencias ya que le servía como una especie de distracción al banquete.
Cuando Diógenes entra en la casa el dueño le saluda y nota que tiene deseos de escupir, muy apresurado le dice: “Ten cuidado Diógenes, en esta casa no se escupe en el suelo, mirad lo limpio y reluciente que esta todo, esta es una casa digna, debéis tener respeto y cuidado en ella”; entonces Diógenes aclara la garganta formando un escupitajo y lo arroja en la cara del dueño de la casa; este se queda paralizado ante el estupor de la gente, nadie sabe qué hacer hasta que un invitado se acerca y le dice:
Pero Diógenes como haces eso? - Diógenes responde: “Tenia que escupir y no he encontrado lugar más sucio para hacerlo”; dicho esto sale corriendo seguido por una turba de personas que lo agredían y ya en la calle exclamaba:
“Hombres, hombres…….necesito hombres que me ayuden……” algunos atenienses se acercan pero nadie interrumpe la agresión que le están dando a Diógenes; este los mira y dice: He pedido hombres, no basura”…. Dicho esto todos entraron en cólera y también lo agredieron. Se marcha luego agredido y satisfecho ya que su fin es la confrontación, el es una persona imprevisible que nadie sabe que va a hacer o responder.
Luego de unos días paseando por las calles de Atenas caminaba con su bastón y su zurrón en donde tenía su cuenco y su escudilla para alimentarse y beber agua; observó a un niño al cual que se le había caído la comida y con un pan recogía esos frejoles y se los comía; luego iba a una fuente y bebía agua con sus manos; él pensó: “Si este niño no necesita ni un cuenco ni una escudilla para comer pues yo tampoco” y en ese momento los tiro al piso y los rompió. Desde ese día comía de la misma manera.
A Diógenes le gustaba pasear y generar polémica con los sabios que hablaban por las calles; cierto día encontró a Xenón que hablaba sobre el Movimiento el cual para el no existía, que es irreal e ilusorio; en ese momento Diógenes se acerca y comienza a dar vueltas alrededor de él y le Dice: “Tu niegas el Movimiento? Así te demuestro que si existe”
Poco después un Ateniense hablaba sobre los Meteoros; intenta decir que son y de que están compuestos; Diógenes se le acerca y le dice: “Sabes mucho de Meteoros, decidme hace cuanto tiempo llegaste tu del cielo”; dicho esto todos sueltan una carcajada; Diógenes empieza a criticar a cuanto sabio encuentra en la calle con preguntas inesperadas.
Llegado el verano Diógenes, agobiado por el calor acude a los baños, al salir alguien le pregunta: Hay muchos hombres adentro; él contesta,: “no, hay pocos” - A esto le repreguntan: Ah Diógenes es decir que hay poca gente. Diógenes lo que da mirando y le dice: “Gente hay mucha, hombres hay pocos”.
Luego de estar mucho pensando en la Teoría de Platón sobre que el hombre es un ser “Bípedo implume”, Diógenes no le encuentra explicación y pasa noches sin dormir, hasta que una mañana sale muy decidido y va a un gallinero y trata de robar un gallo; es sorprendido por el dueño quien le increpa: Diógenes el ladrón, a donde vas con mi gallo? - Muy tranquilo y pausado Diógenes trata de razonar con el dueño de aquel gallinero diciéndole: “Dime tu, acaso no es cierto que los dioses son los dueños de todo lo que hay sobre la tierra?......... ¿como no? - Responde el dueño.
“Y crees tú, que los sabios son entre los hombres que más cerca están de los Dioses? …”por supuesto que los diría” – responde el dueño.
“Y no crees tú que entre los amigos las cosas son comunes?”….. Desde luego – respondió el dueño.
“Pues siendo amigos los Dioses y los sabios, todas sus cosas serán comunes, luego las cosas de los dioses, también son de los sabios; Y acaso no diríais que Diógenes no es un sabio y por consiguiente amigo de los Dioses y también dueño de todo lo que está sobre la tierra?.... el dueño queda con la boca abierta.
“¡Así pues como yo soy sabio y amigo de los Dioses, todo lo que hay en este corral me pertenece!!!” - Y dicho esto Diógenes se va con el gallo entre las manos. El dueño queda atónito pensando que es una causa perdida discutir con Diógenes.
Diógenes va caminando con el gallo y entra en una duda de comerlo o no? Sin embargo, las disquisiciones filosóficas son más importantes y se ajusta el hambre y empieza a desplumar poco a poco el gallo para aclarar sus dudas filosóficas. Se dirige a la academia platónica y al entrar ante el asombro de Platón y sus discípulos suelta el gallo y riendo con una gran carcajada dice: “allá va el gallo corriendo!!!……. Os he traído un hombre, os he traído un hombre, un bípedo implume” - Las risas hacen que Diógenes se doble sobre sí mismo.
Platón haciendo gala del aplomo que lo caracteriza se pone delante de todos y le dice a Diógenes: No te preocupes y añadiremos algo a la definición, el hombre es un bípedo implume con garras anchas.
En ese momento Diógenes deja de reírse. Platón si sabe responder. Luego se marcha se va mudo a su tonel; al llegar encuentra que alguien le ha dejado una lámpara de aceite; este se queda pensando que hacer con aquel candil ya que no le hace falta ya que duerme por la noche, sin embargo pasa toda la noche despierto pensando que hacer con la lámpara. Ya por la mañana y a plena luz del día la enciende y sale a caminar, la gente lo mira, de pronto Diógenes empieza a hablar en voz muy alta: “Busco un hombre, busco un hombre” - Mucha gente comienza a seguirle por curiosidad y el continua: “Busco un hombre, busco un hombre honrado, busco uno y no encuentro ni con la lámpara” y así sigue caminando con su lámpara encendida buscando un hombre honrado por todo Atenas. Al poco tiempo Diógenes se embarca en una nave de mercancías a navegar; era el año 338 A.C. Filipo II de Macedonia se encuentra en la batalla de Queronea y va con su hijo Alejandro hacia a Atenas y Tebas por el dominio de Grecia; Filipo en plena batalla da media vuelta, pero por uno de los flancos regresa Alejandro con sus hombres y se va contra el batallón sagrado de Tebas, la victoria de Macedonia es total y la era de Grecia esta en manos de Filipo; y justo ahí estaba Diógenes, ya que a él le gustaba estar presente en los hechos más importantes de la historia, al parecer es mezclado con los prisioneros; esto llega a los oídos de Filipo; lo busca lo encuentra y se acerca y le hace una pregunta: “¿qué haces aquí?
Diógenes muy tranquilo mira al Rey y le dice: “Soy un observador de tu avaricia y un espía de tu egoísmo.” Filipo ante tal respuesta sonríe y le perdona la vida.
Regresa nuevamente a Atenas y vuelve a cobrar vigencia, es nuevamente el centro de atracción y lo vuelven a invitar a los banquetes a ver sus reacciones; en uno de ellos los comensales le empiezan arrojar los huesos delante de él como si fuera un perro; sin pensarlo dos veces Diógenes se para en la mesa y empieza a orinar encima de ella; “Si me tratáis como un perro, pues actuare como tal”.
Cierta mañana va hacia los baños de la ciudad y lo encuentra realmente sucio y exclama “Bueno, pero los que se bañan aquí se puede saber donde se asean?” - se retira del lugar y por la calle encuentra a un Citarista al que todos desprecian por lo mal que tocaba el instrumento; sin embargo Diógenes lo trata con respeto y admiración; no falta alguien que le pregunta: “Como puedes saludar con tanta admiración a este, con lo mal que toca la citara?” - A lo que Diógenes responde: “Porque este hombre toca y canta pero no le roba a nadie.”
Todas las veces que Diógenes se encontraba con este Citarista lo saludaba con el mismo respeto y le decía: “Dios te guarde, gallo” - Con el tiempo, el citarista muy intrigado le pregunta: “Diógenes, porque me dices Gallo?” - A lo que Diógenes responde: “Pues, es que eres como el gallo, cuando cantas haces levantar a todo el mundo de tu lado”- Y así Diógenes pasa los días caminando por Atenas y respondiendo de la manera que lo caracteriza dejando en estupor a cuanto habitante se le cruza; recibe siempre muchas preguntas.
“Diógenes que piensas de Sócrates? – “Un Loco”
“Qué opinas del matrimonio? - “Los jóvenes no deben casarse aun y los viejos no deben casarse nunca”.
“Cuando es el momento adecuado para comer?” - “Los ricos cuando quieran y los pobres cuando puedan”.
“Cuál es el vino que más te gusta? – “Pues el ajeno”
“Diógenes no crees que con la vida que llevas, vivir es algo malo?” - “Vivir no es malo, lo malo es vivir mal”.
Viviendo casi en la indigencia siempre pedía limosna como un mendigo; cierto día un hombre muy acaudalado le dice: “y yo porqué tendría que darte limosna a ti?, a ver Diógenes convénceme de hacerlo, que tal si ya le di limosna a mucha gente y ya no tengo más que darte” - Diógenes lo mira y le dice:
“Imagina que nunca hubieras dado limosna a nadie, no crees que es un buen momento para empezar a hacerlo y congraciarte con los Dioses? O en el caso de que ya hubieses dado limosna, porque a él sí y a mí no? Acaso no necesito de tu ayuda también igual que otro?” - El ciudadano ateniense lo mira con desprecio y le dice: “Tu razonamiento me parece bueno, pero no me convence, porque no siguen intentando convencerme? Vamos convénceme!!!”.
Diógenes lo que da mirando y le dice: “Si de algo yo pudiese convencerte seria de te que ahogues”.
Cierto día en la calle le preguntan: “Diógenes es cierto que al llegar a Atenas tenias un esclavo y este te abandono?” - “Pues no puedo decir que no sea verdad” – respondió.
“Y como es posible que un esclavo se haya salido con la suya y te haya abandonado?” – “Sabéis, sería cosa curiosa que un esclavo pudiese vivir sin Diógenes a que Diógenes no pudiese vivir sin un esclavo”.
Luego de unos días Platón caminaba por las calles de Atenas y encuentra a Diógenes lavando unas yerbas para su alimento diario, Platón le dice: Oh buen Diógenes, veo que siguen mendigando; mirad, si te codearas con gente importante como Dionisio no tendríais que lavar esas hierbas para comer” - Diógenes lo queda mirando y le dice: “Oh sabio Platón y si vos lavaras hierbas para comer, no tendrías que codearte con tiranos como Dionisio”.
Poco tiempo después encuentran a Diógenes tratando de entrar al teatro cuando todos están saliendo entre empujones; le increpan: “Pero Diógenes que estás haciendo?” – “Lo que he querido hacer toda mi vida, pelearme con la Gente”. Luego de un tiempo se hace a la mar y cerca de Gina atrapan al barco unos piratas y a todos los venden como esclavos. Todos estaban temerosos menos Diógenes. Cuando empieza la subasta el encargado de venderlo le pregunta: y tú que sabes hacer? Responde: “Se mandar, así que pregúntale a estos si quien comprar un amo”.
Todos lo quedan mirando de arriba abajo y el continua: “OH hijos de Corinto cuando compráis una olla la observáis de arriba abajo detenidamente y si encontráis algún desperfecto no lo compráis, y aquí estoy yo y solo mirándome superficialmente no me hacéis caso; pero yo os digo que si queréis un amo aquí estoy yo” Todos estaban perplejos ante Diógenes; luego de unos momentos le dice al subastador : “véndeme a ese que está ahí” - señalando a un hombre aparentemente rico: “Ese necesita un amo, necesita alguien que eduque a sus hijos y los asuntos de su hogar” Es subastador lo mira atentamente a ese hombre llamado Geniades y este con un gesto de aprobación lo compra por el precio estipulado. Es entonces que Geniades se va con Diógenes quien le dice:
“Si tu esclavo fuese médico, acaso no le obedeceríais por muy esclavo que fuese? Pues eso es lo que harás desde hoy, yo me encargare de la educación de tus hijos, cuidare tu hacienda y en todo lo que hagas tendrás que obedecerme, recuerda que Soy Diógenes y acabáis de comprar un amo” - Geniades empieza a lamentarse de haber comprado a Diógenes; sin embargo, cuando pasan los días Diógenes se hace cargo de la educación de sus hijos, les enseña a montar a caballo, a usar el arco y la flecha, el uso de su cuerpo para el ejercicio y no para pelear, les hace aprenderse las sentencias de los poetas, les obliga a servir en su casa, a comer lo necesario, a beber solo agua, les corta el cabello con navaja, a caminar sin calzado, a estar en silencio y aceptar el sufrimiento; tal es el cambio en la vida de los hijos de Geniades que un Día este dijo: “Con Diógenes, el buen Genio entro a mi casa, el cambió nuestra vida”.
Diógenes en Corinto, también hace sus caminatas por las calles respondiendo a cuanta pregunta se le hace de acuerdo a sus preceptos de Cínico; un día le dijeron: “Diógenes, ahora que estas viejo no sería mejor que ya no salieras tanto?” A lo que respondió: “si tu estuvieras en una carrera y te faltan pocos metros para llegar, irías más despacio o más rápido?”
Por las tardes, le gustaba sentarse a las afueras del Gimnasio de Corinto y a veces inclusive se queda dormido; cierto día había mucho bullicio por las calles, la gente iba y venía y es que el Gran Alejandro había llegado a la ciudad y al enterarse que Diógenes se encontraba ahí lo va a visitar, llega acompañado de todo su séquito y le dice:
“Soy Alejandro Magno”
“Y yo Diógenes el perro” – responde, nadie se atreve a hablarle así, la gente esta escandalizada.
“Porque te dicen el Perro?” le pregunta Alejandro – “Porque lamo la mano del que me da de comer, ladro al que no me da y muerdo a la gente mala” - Ante tal respuesta todos están atónitos de cómo le puede hablar así al gran Alejandro quien con una sonrisa le Dice: “Diógenes, pídeme lo que quieras?
Diógenes lo queda mirando y le dice: “pues te pido que te quites de ahí quien me tapas el sol”- Mas asombro de las personas que estaban allí ante tal respuesta; cómo era posible que se le hablara así al Gran Alejandro. Este muy intrigado le dice: Dime Diógenes: ¿No me temes?
Diógenes quedo mirando a Alejandro y dijo: “te consideras una persona buena o una persona mala?” - Alejandro con una sonrisa le Dijo: “Me considero una persona buena”
“Y entonces porque tendría que temerte?” Dijo Diógenes
El Gran Alejandro ante el barullo ahí ocasionado por tal respuesta pide silencio y dice: “Mirad pues todos, si no fuese Alejandro, me gustaría ser Diógenes”.
Y así pues, el gran Oráculo una vez mas no se equivoco; Diógenes alcanzaría la Gloria gracias a su forma de vivir y finalmente había “Cambiado la Moneda”. Así vivió Diógenes; el siempre decía que era un ciudadano del mundo, que no tenía nada ni a nadie y que iba errante por el mundo siendo solo un testigo de lo que allí pasaba.
Diógenes decía: “La sabiduría es para los jóvenes…templanza; para los viejos…consuelo; para los pobres…riqueza y para los ricos…Ornato”.
Al tiempo por las calles de Corinto empieza a notarse la ausencia de Diógenes, algunos curiosos se acercan a su tonel y lo encuentran envuelto en una manta; era el año 323 a.C. y la leyenda dice que murió el mismo día que murió Alejandro Magno; las causas nunca se supieron pero algunos dicen que simplemente dejo de respirar y quiso morir, ya era una persona muy mayor tenía 89 años y su vida fue una constante transgresión en la forma de pensar de aquella época.
R:.H:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
R:.L:.S:. Progreso Universal N° 16
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