jueves, 2 de agosto de 2012

cuento


DESHOJANDO MARGARITAS
M:.M:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
Me quiere…….no me quiere……….me quiere……………………no me quiere; cuantas veces de niños hemos hecho este juego, pensando en aquella vecinita de ojos grandes y colas en la cabeza? Cuantas veces nos hemos sentado en la vereda de la calle a pensar cómo será la vida de un adulto? O que vamos a hacer cuando seamos grandes?
Hoy encontré una foto de mi niñez en la que me encontraba con muchos amigos; todos estaban sonriendo, traté de recordar aquel momento de la foto y recordé que estábamos en un paseo junto al rio; los recuerdos generalmente son un poco vagos y como siempre digo en blanco y negro. Casi sin pensar me puse a ver a cada uno de mis amigos y a preguntarme a mí mismo que fue de la vida de ellos. Sin embargo me llamó mucho la atención que en la foto precisamente estaba la niña de colas por la que yo deshojaba margaritas. luego de poco tiempo de esa foto me fui de la ciudad a vivir a provincia por trabajo de mi Padre.
Sin poderme sacar esos ojos de mi mente llame por teléfono en la tarde a mi amigo Manolo a ver si sabía algo de la vida de esa chica de la que hasta el nombre me había olvidado. Muy sorprendido me respondió: No lo supiste acaso? Falleció. Le dio cáncer y a los 15 años murió.
Me quede pegado al teléfono como si hubiese recibido la peor noticia del mundo, me embargó una pena muy profunda la noticia de la muerte de aquella niña de la que ni siquiera recordaba su nombre, pero que en un momento de mi vida fue muy importante para mí. Le pregunte a Manolo si sus padres todavía vivían en el mismo sitio y me dijo que sí.
Salí temprano del trabajo y me dirigí a aquella dirección con la foto en la mano; toque la puerta y salió una señora muy mayor. Le explique quien era y el interés mío de haber llegado ahí; cuando la señora vio la foto, rompió en llanto y luego soltó una sonrisa muy discreta mirándome a los ojos. Me dijo: ¿este niño que está aquí con camisa a rayas eres tú? Sonrojado le respondí que sí.
La señora me hizo pasar me sirvió un café y muy amablemente me dijo: yo también tengo esta foto y cada vez que la veo me hace recordar que Fernanda siempre decía que cuando fuese grande se iba a casar con el niño de la camisa a rayas. Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas y no pude contener el llanto.
Camino a casa mil cosas pasaron por mi mente; la inocencia de un pequeño amor platónico me estaba enseñando que la vida tiene un camino, encontramos muchas veces gente que se cruza en él y que nos ayudan a seguir en el rumbo, sin embargo las dejamos atrás para dar mil pasos más, las seguimos llevando pero solo en nuestras mentes, el aprendizaje del hombre está en saber reconocer aquellas señales que desde siempre nos han venido, que debemos tomar decisiones siempre de acuerdo a nuestros sentimientos, que debemos enfrentar nuestros temores, que nada en el mundo está por casualidad; hoy abrí ese cajón y encontré la foto para recordar que sigo vivo y que “la esperanza de hacer las cosas hoy, muere cuando las dejo de hacer”, que debo ser y hacer cada paso de mi vida con conciencia. Hoy actué instintivamente, pero quizás no fue así; Fernanda en la foto me dijo: ¡Deja de deshojar margaritas y vive intensamente!.
Mi teléfono sonó; era Manolo: como te fue?- muy bien respondí, que te parece si organizamos una reunión de todos esos chicos que estaban en aquella foto y averiguamos un poco que fue de cada uno de ellos?
Una carcajada de manolo me dijo que sí; que a él también le interesaba saber que fue de ese grupo de chicos a pesar de que a algunos todavía los frecuenta. Te imaginas cuántos de nosotros han llegado a ser bomberos me dijo. Extrañado le respondí: ¿bomberos?
Era nuestro juego favorito y todos queríamos serlo, me dijo. Nuevamente mis ojos se llenaron de lágrimas, había olvidado que nuestra misión más importante en aquel juego era rescatar vidas. Con voz tenue le dije: En realidad Manolo sigo siendo ese bombero y acabo de rescatar una vida y es la mía.
Al entrar a casa encontré a mi esposa; paso algo? - le pregunte
– me respondió: Deshojaba margaritas esperándote.

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