EL CLUB DE TOBI
M:.M:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy
Uno De los recuerdos más gratos de mi niñez son las historietas que leía, aquellas pequeñas revistas de comics que se expendían en los kioscos de periódicos y que semanalmente se colgaban para deleite de todos los niños; desde Batman, Superman, Archie, etc. Era un placer inmenso poder leer una nueva aventura de nuestros personajes predilectos, comprar uno de estos ejemplares y poder coleccionarlo era todo un reto, casi un tesoro para un niño de 10 años. En mi generación estos personajes solo podían ser captados en su esencia en estas páginas multicolores y con diálogos envueltos en una pequeña nubecita que nos trasladaban a aquel mundo imaginario lleno de aventura y diversión.
Uno de las revistas que mas me divertía era el de una pequeña niña traviesa y vivaracha llamada “la pequeña Lulú”, escrita por la pluma de la genial Marjorie Henderson Buell más conocida como Margot, era un cumulo de enseñanzas en cuanto a la convivencia familiar en un pequeño barrio con personajes de distinta naturaleza. Lulú vivía cada día una aventura nueva con sus padres y con sus amigos, el más entrañable de ellos era definitivamente “tobi”, un niño regordete y siempre enamorado de Lulú aunque nunca lo admitía.
Este niño tenía con sus amigos un club que era una pequeña casita de madera en el Jardín y en el que siempre lucía un letrero en una de sus paredes: “No se admiten Mujeres”. Era muy divertido leer en las paginas como es que lulú y algunas de sus amigas siempre intentaban entrar a dicho club con mil y una artimañas no lográndolo nunca, ya que la naturaleza de aquellos niños era la de a su corta edad todavía repudiar al sexo opuesto. En un capitulo Lulú logra entrar a aquella pequeña casita encontrando un bate de beisbol, una pelota de futbol, un tablero de ajedrez y objetos propio de juegos de niños; a lo que le increpó a tobi si solo se juntaban para jugar; este niño que siempre tenía una respuesta para Lulú le dijo que era un club exclusivo y que además planificaban estrategias para combatir a los chicos del Oeste, una pandilla de muchachos un poco más grandes que ellos y que generalmente hacían prevalecer su condición de ser mayores para perturbar los juegos de los chicos de este lado.
La escritora Margot sin embargo no solo logró plasmar la ideología de los niños de mi edad y de esa generación sino que planteo un tema social muy fuerte, la lucha del bien y el mal y como es que pueden existir grupos y asociaciones que pueden ser capaces de velar por la paz de los demás en forma anónima y ser héroes no con súper-poderes sino de carne y hueso y que no esperan menciones honrosas a cambio más que el simple gusto de servir a los demás.
Al Iniciarme en la masonería escuche por ahí que un profano me dijo: Has entrado al “Club de Tobi”……………………..me quedé pensando si me lo dijo por aquello de que no se admiten mujeres; sin embargo y con el correr del tiempo creo que tenía algo de razón, no por el hecho de que la Masonería no admite Mujeres sino por el contexto de fondo que como iniciados tenemos que tener en cuenta y es que las tenidas ahí dentro pueden ser vistas por un profano como aquellos juegos de los niños en donde hay un tablero de ajedrez, palos de beisbol o pelotas de futbol; para los ojos de ellos quizás sea eso solo un club en donde se va a jugar; sin embargo Tobi y sus amigos planificaban estrategias de defensa contra aquellos chicos malos y con un criterio de colaboración y ayuda en común para poder salir siempre triunfantes de sus pequeñas aventuras. Lo que hace un Masón es precisamente eso trabajar la parte buena de su ser para poder salir y hacer el bien.
Ayer un hermano me dijo algo muy cierto y es que si como en aquella aventura de Tobi y sus amigos ellos habían aprendido algo de estar unidos y mejorar como club, pues igual se debería sentir un Mason al salir de una tenida, preguntarse ¿aprendí algo hoy? Pues si la respuesta es afirmativa, la próxima tenida regresaré con más ganas de aprender otro poquito más, ya que al tener un poco más de luz, definitivamente sabré que hoy soy un poquito mejor que ayer.
Es eso quizás lo que debemos preguntarnos al final de cada tenida, ¿soy un poquito mejor que ayer?, quizás el mejor termómetro que tenemos y a la mano es nuestra familia. Hace algún tiempo le preguntaron a mi esposa si había sido beneficioso que se meta su marido a la Masonería, ella les respondió: “Si, desde que mi esposo está ahí ha cambiado mucho, no sé que hacen ahí porque como en el club de tobi no se admiten mujeres pues nunca lo sabré, pero cuando regresa a casa siempre viene sonriendo, así que me ha parecido la mejor decisión que tomó en su vida”.
¿Cuántas de nuestras parejas dicen lo mismo? Cuántas están contentas de que sus maridos pertenezcan a ese “club de Tobi”? ¿Cuántas son consientes de que ahí se hace algo bueno? ¿Cuántas veces hemos salido en defensa de los demás como tobi y sus amigos? ¿Cuántas veces el reconocimiento de hacer algo bueno es solo interno?
Somos como esos niños puros y de accionar incondicional o estamos esperando reconocimiento para poder decir “yo lo hice”. Estos pequeños héroes de historietas como Tobi y sus amigos deben ser una enseñanza para nosotros; los chicos que crecimos leyendo historietas siempre imaginamos un mundo mejor, siempre al terminar de leer alguna de estas revistas nos dejaban algo y tratábamos de emular a nuestros héroes de paginas coloridas; siempre ansiábamos poder actuar como ellos, tener nuestra propia casita de madera en el jardín o en el árbol de la casa y de allí salir a combatir el mal; hoy somos un poco más grandes y esa casita de madera se ha convertido en un Templo en donde todos vamos con la esperanza de aprender y compartir, salir de ahí con la convicción de que ese pequeño héroe que tenemos en el corazón hoy va a ser algo grande allá afuera y que la aventura de vivir en este mundo profano será el reto más grande que nos ha tocado vivir.